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giovedì 20 febbraio 2020

Mensaje de Carlos

Después de suicidarme la primera persona que me encontré fue Carlos. Sí, Carlos y no mi abuela, que era lo que yo me hubiese esperado si hubiese sabido que uno se encuentra gente después de morirse. Pero así es la vida, uno siempre se equivoca, y yo empezaba mal la nueva vida, equivocándome. Y en lugar de mi abuela, o de Manola, el que se apareció fue Carlos.

Tampoco se apareció Dios. Algunos pensarán que Dios estaba ocupado recibiendo a otros, o que está disfrutando de sus ratos libres, haciendo quien-sabe-qué, qué se yo, pero lo que sí sé es no le habla a los suicidas, no a mi, al menos, aunque eso podría ser porque la tiene cogida conmigo.

Ni tampoco vi al demonio, que alivio, que yo como buen ateo tampoco me esperaba, ni mucho menos a santos. Nada de religioso. Ni siquiera personajes importantes, que hubiera sido interesante. No sé, como venezolano a lo mejor uno podría esperar tener una conversa con Bolívar, el pobre, que de aparecer de vez en cuando lo debe hacer solo a los chavistas, para darle algunos coscorrones, y si es así, espero que tenga a Chávez lleno de chichones. Nada de eso. Nadie importante. Ni de mi familia, ni algún ancestro, y ni mi abuela, la nonna, que tanto tiempo me dedicaba con sus cuentos.

Ya lo dije, el que se apareció fue Carlos, no es que fuese un desconocido, una especie de funcionario del más allá, no. Carlos era pana de los últimos tiempos, aquí en Inglaterra, la fase terminal de mi vida. Lo había conocido originalmente como usuario en el Refugee Council, donde yo trabajaba de adviser y advocate, que bien suena en inglés, pero en criollo significaba que me sentaba detrás de una cabina sin ventanilla, con solo una mesa separándome de su ira y frustración, y allí daba consejos a los infortunados refugiados sobre qué hacer para salir de los líos en los que estaban metidos, que normalmente eran más graves que los míos, y eso no es poco, porque siempre termino en líos, no solo los que la vida me depara con generosidad, sino los líos que yo mismo me invento que tampoco son pocos.

Mi rol era ayudar a los refugiados, durante su espera por la culminación del papeleo del Estado británico que dura hasta diez años y más, y que necesitan, durante esta no tan corta espera, que el gobierno británico se digne en tratarlos humanamente. Esta tarea era particularmente difícil debido a los funcionarios de un organismo que se llamaba NASS, adscrito al temido Home Office, internacionalmente afamado desde el Brexit por su enceguecida malevolencia. Y estos funcionarios, los del NASS, es difícil olvidarlos incluso en el más allá, estaban firmemente convencidos que su misión en la vida era hacer que la vida de los refugiados durante su espera fuera miserable, lúgubre, enjaulada y fría. Y uno de los refugiados con los que se encariñaron en su modo sádico fue el maladventurado Carlos.

El día que conocí a Carlos entendí lo incapacitados que estaban mis colegas del Refugee Council para entender a los refugiados. Y eso que yo no era un refugiado normal, es más, ni siquiera me había vuelto refugiado según la definición de la Ley. En efecto, mis ancestros italianos me dotaron de una ciudadanía que me permitía pasar por todas las fronteras del mundo, mi mamá se encargó de hablarme siempre en italiano, de corregirme los españolismos, y mi abuela me contaba historias todas casi todas las noches de mi infancia, hasta cuando vivía en otras ciudades, porque sus cuentos llegaban en cintas, lo que existía antes de los cassettes. En fin, aunque todos los colegas conocían mis ancestros italianos, sabían que había salido disparado de venezuela por el chavismo, antes de que mostrara su careta al mundo, e igual me consideraban un refugiado aunque no lo fuera, al menos desde un punto de vista jurídico. Así que en tono solidario un colega me dijo:

-Oye Fabrizio, un venezolano, seguro que lo quieres conocer. -

-Hey Fab, uno de tu país, me decía el de la recepción. - de lo más solidario.

-Hey fab, aquí vino uno de tu país.- lo quieres ver, me decía el guardia de seguridad, con su inglés típico de pakistaní de Bradford, y que hablaba a la velocidad de disparos de metralleta.

Qué iba yo a querer conocer venezolanos si salí de Venezuela harto de la viveza, la mediocridad y el chavismo. Ni él me quería conocer a mí: ambos evitábamos venezolanos, y por la misma razón principal y primerísima: no queríamos toparnos con un chavista, y mucho menos un chavista encubierto. Por supuesto en estas tierras frías y oscuras uno extraña a las hallacas, las arepas y el queso de mano, y sobre todo la bulla de fondo con sabor a Colombia y Caribe, con cumbias y salsa, pero quién quiere toparse con uno de los responsables de tanto atraso.

Y por supuesto, ¿cómo saber si el gobierno manda espías para seguirnos la pista? En algo gasta el chavismo todos estos reales, no pueden robárselo todo. Y me preguntaba cómo es posible que los colegas ingleses no se imaginen eso, cuántas veces les tengo que decir que Chávez es una farsa total. Nada. 

Al final terminé conociéndolo, haciéndonos amigos; infringiendo las normas del Refugee Council, del país, de la cultura británica, de todo, pero, en fin, nos hicimos amigos aunque compartíamos muy poco tiempo juntos, pero igual lo hicimos disfrutando de ratos de calidad, de intimidad venezolana y compartiendo arepas de reina pepiada, y tequeños improvisados. Y muchos momentos recordándonos recíprocamente a Juan Griego y playa Guacuco, y la sopa de Guacucos.

En fin, Carlos era un amigo, pero solo por pocos ratos, porque cada quien había hecho su vida en este país. Y, como decía, apenas abrí los ojos después de muerto, y que quede claro que eso de abrir los ojos es una metáfora para decir que pude ver en este mundo del más allá, en fin, apenas los abrí, el que estaba allí, de lo más tranquilo, tan pancho, era Carlos. Qué vida tan loca, quiero decir, que vidas tan locas, la de antes de morirme y la de después. Y el Carlos de lo más tranquilo, me miraba, por así decirlo, y se sonreía. Por un rato hubo un silencio.

-Disculpa Carlos, pero no entiendo, estoy confundido.- le dije.

-No te preocupes, todos estamos confundidos después de morirnos.- Me dijo y me quedé perplejo por la lógica coherente y absurda en esta situación tan difícil de entender.

Fue entonces cuando pensé que mejor le hacía una pregunta inteligente, pues no podía empezar esta nueva vida con tantos errores, no vaya a ser que en esta vida después de la vida también me la pase haciendo todo mal, sería el colmo. Pero la cosa se puso peor, y es que Carlos se sentó en una poltrona, pues sí, hay poltronas y todo, y como si nada me dijo:

- En el comité decidimos que yo viniera a hablar contigo de primero.

-Ajá - y es que la aclaratoria de Carlos estaba tan fuera de lo predecible, en fin, que aunque yo no había creído en la vida después de la vida, me parecía una pistolada, pero, en fin, si hubiese creído algo tan absurdo me hubiese imaginado algo totalmente distinto a esta primera frase informativa que oía ahora, que locura, y yo estaba absorbiendo esta realidad tan loca mientras todas las ideas, observaciones y sorpresas se me amontonaban en la cabeza como el que después de la vida hay más vida, otra oportunidad pues, yo que fui ateo toda mi vida anterior, quien diría que estaba equivocado y mira, hay más gente, al menos uno es Carlos, por suerte. Pero la suerte viene amarga, como en la otra vida, porque estos sobrevivientes de la vida anterior se reúnen en comités, qué horrible, pues lo menos que uno se espera es una burocracia en la nueva vida y mucho menos una autoridad viene definida por comités. Qué comités ni que nada. No me vine a morir para parar en una oficina. Todas estas cosas pasaban por mi cabeza, mi mente saltaba de un pensamiento a otro, igual que en la otra vida, y notaba que la poltrona en la que se sentaba Carlos era roja, muy cómoda, pero para qué sentarse si no se tenía cuerpo sino una imagen de cuerpo, y las imágenes no pesan, que absurdo, Dios mío, ahora sí puedo decir Dios mío, porque en una de estas se me aparece Dios paseando en una bicicleta, o comiendo un asado de pollo, quien sabe. En fin, mi mente volaba por todos lados, y aquí, por una vez, lo de volar es literal, pero aterricé de pronto, cuando Carlos me dijo:

-Bueno, Fabrizio, en el comité no estamos de acuerdo con que te hayas suicidado.

Lo que me faltaba. Empezaba mi vida de muerto, y ya andaba yo quebrantando las reglas. Sin oportunidad de borrón y cuenta nueva. Ya era un infractor. Y peor. Ya me habían descubierto, y para colmo me vienen a amonestar. Y empieza mal este nuevo mundo, si uno se muere de suicidio deberían tener la cortesía de dejarte morir tranquilo, y si uno va a vivir después, coño, lo menos que uno quiere oír es un juicio para ver si uno se suicidó por las razones correctas. Así empieza mi nueva vida como disidente, siempre viendo las cosas distinto a como la ven los demás, pal carajo con su comité. El más allá se estaba pareciendo al más acá, que pavoso.

Después de muerto, mi instinto de supervivencia me empujaba a esperar y calcular, aunque fuera un poquito, antes de expresar mi desacuerdo, que en mi vida anterior siempre expresaba mi opinión impulsiva y despreocupadamente, o en buen criollo, me iba de bocón, y terminaba en algún lío. En fin, pensé que mejor sería esperar para entender un poco la política y los modales de esta nueva vida. En fin, pensaba algo así como que “no puedo seguir en este peo de estar desadaptado en todas las vidas que tengo”, así que me armé de fuerzas, y quise aprovechar que tenía un amigo en el comité de muertos que me venían a criticar. Carlos podría ser mi enchufe, mi palanca aquí en el más allá. Quise de algún modo ponerlo de mi parte, iniciándose así la politiquería en el nuevo mundo salpicado de viejo. Y le dije, interrumpiéndolo:

-¿Oye, Carlos, pero me vas a venir con el cuento de que te suicidaste por las razones correctas y yo no?

Y al oír mis propias palabras me di cuenta de que a lo mejor no había sido diplomático, en fin, con este contrataque le podía salir a Carlos en la otra vida, pero quien sabe si en esta también. Pero apenas me respondió me di cuenta de que al menos una cosa seguía igual, la amistad.

-Mira que aquí nos enteramos de todo –me dijo de lo más tranquilo, justificando su suicidio- y a mí me perseguían esos recuerdos horribles de cuando los malditos del colectivo de Serra me hundieron en el Guaire y me hicieron tragar mierda. No podía más.

Para mí era difícil mantener coherencia en mis pensamientos, pues claro que reconocía la franqueza de su respuesta como algo propio de la amistad de la vida anterior, pero la perplejidad que me provocaba la situación se apoderaba de mí y me costaba seguir su razonamiento y mucho menos podía articular una respuesta. Cuando me dijo que “aquí nos enteramos de todo” me entró el horror de saber que en este nuevo mundo no había privacidad, y no es que yo tenga muchas cosas que esconder, pero esto, así como otras cosas, me abría miles de preguntas sobre cómo era este nuevo mundo donde había hasta comités que se daban el tupé de decidir si uno se había suicidado por las razones correctas. Pero como la idea de la camaradería y franqueza seguía siendo la misma en este mundo nuevo, le dije:

-No seas güevón, que tu tenías un montón de amigos en Inglaterra, empezaste una vida nueva en ese país y hasta te metiste en un grupo de rock, no lo puedo creer. Y te mataste como un cabrón...

Y él se iba riendo mientras yo hablaba y gesticulaba como diciendo sigue, sigue que no sabes nada

Y yo continué:

-Y hasta vino la policía a investigar si fue homicido.- le dije para incomodarlo un poco.

Y él hizo un gesto como para decir gran cosota. Y yo seguí a pesar de su sarcasmo y con esfuerzo traté de notificarle, subiendo la voz:

-Y en tu funeral, lo hubieses visto...- pero me interrumpió en seco, con un gesto brusco y me dejó colgado con mis pensamientos que fluían a toda velocidad. Yo también callé unos segundos, pues los recuerdos de su funeral se me amontonaron todos juntos en mi memoria y pude rememorar su funeral mientras Carlos organizaba la respuesta, pues repitió el gesto de que lo dejara hablar.

Y recordé su funeral había sido el funeral más lindo que he visto, si es que se puede llamar lindo a un funeral, que para mí son siempre macabros.  De pronto todos se apresuran a decir lo mucho que te quieren, incluso aquellos que a lo mejor no te saludarían si te vieran en el supermercado y de pronto dicen lo importante que fuiste en sus vidas. Cosas de Inglaterra, no sé.

Quería contarle que los amigos nos congregamos allí, pero inmmediatamente me repitió el gesto de que él me iba a hablar. Esperé mas y recordé que los amigos nos congregamos allí, yo el único venezolano, y todos aturdidos de saber que se había procurado insulina sin ser diabético y se inyectó suficiente para mata a un caballo. No sé muy bien por qué, pero todas sus amistades inglesas estaban congregadas allí, desconsoladas, sentados algunos en los divanes, y otros sentados en el suelo. Uno, que tenía una bufanda morada y estaba sin medias, de pronto tomó la palabra y dijo algo extraordinario de Carlos, no recuerdo qué, pero algo relacionado con su pasión por la guitarra eléctrica, y pidió para que todos lo recordaran así. Luego se hizo un gran silencio y una amiga, también descalza, pero con un calcetín rosado y otro verde, tomó la palabra y compartió un recuerdo bonito del día que Carlos preparó unas arepas que a Carlos le parecieron desastrosas, y siguió un chiste que no entendí, y que fui el único en no entender. 

En fin que yo quería decirle a Carlos que  no se hubiese suicidado si supiese lo tanto que lo querían, que bolas Carlos, a ti te querían, no eres como yo, quería decirle. Y Carlos seguía en silencio pero me repetía el ademán de "ya-te-voy-a-decir-algo-que-no-sabes".

Y me atragantaba por contarle que cuando habló Lou me interesé muy particularmente, porque sabía que se adoraban, y que recordó el día que ella lo conoció en Caracas, cuando todavía Carlos era un chavista y ella escribía su tesis de postgrado sobre la autonomía alimentaria de Venezuela, por supuesto, llena de entusiasmo por el proceso revolucionario de Venezuela. Tenía que contarle de Lou, pero otra vez me interrumpió con un gesto y por fin habló. 

-Sí, vi mi funeral, los tres que tuve- me dijo y se rio un poco sarcástico, pero con cariño.

-Verga, viste tu funeral? - dije asombrado, pero acostumbrándome a asombrarme en este mundo nuevo de los muertos, y no alcancé a preguntarle que cómo así, que qué tres, si hubo uno solo, o quizás dos, uno informal, el día que se murió, y otro varios días después, cuando la policía devolvió el cadáver. -Sí, claro, el funeral es el mejor momento de tu vida en Inglaterra, lástima que estés muerto. De pronto todos te quieren con locura. Y mis panas venezolanos hasta me envidian cuando les muestro mi funeral en el cinetrip.

-Ah,-dije, como si estuviera claro que era esto del cinetrip, y tratando de mantener el tono divertido de la conversación seguí:

- De haberlo sabido organizamos nuestros funerales antes de morirnos, así por lo menos estamos invitados, me avisas cuando pueda ir a ver el cinetrip.

-Tu no cambias -siguió- siempre con una jodedera.

-Bueno, es que no siempre uno se muere, así que hay que aprovechar la oportunidad. De haberlo sabido, en Venezuela montaríamos mejores rumbas y funerales menos macabros. Con un poquito de humor, siempre presente entre Carlos y yo, ya estaba olvidándome el asunto de los comités, o al menos del comité que no estaba de acuerdo con mi suicidio, y ya ni me interesaba preguntar por el cinetrip, pues pensé que la cosa podría ser verdaderamente divertida aunque todavía no sabía si echaría de menos el celular y otras cosas de la pre-muerte. Pero de pronto me atrapó la preocupación de tener todos los líos de la pre-muerte, y quería preguntarle a Carlos cómo era la vida por aquí, pero se puso serio y me recordó:

-Bueno, mi pana, de parte del comité, te repito que te quería comentar que no estamos de acuerdo con que te hayas suicidado.

-Y qué, ahora me van a venir con que tengo que pagar una penitencia. - Y tú te mataste por las razones correctas? Ya viste tu funeral...

-Mira, Lou dijo eso en mi funeral, y de verdad es que fuimos muy cercanos y la quiero mucho, me dejó vivir en su casa, hizo que su familia me tratara como un hijo. Pero ella nunca me quiso ayudar con las cosas de Venezuela. Y su tesis fue usada para argumentar que Venezuela tenía buenas políticas alimentarias. Y hasta la FAO se lo creyó. Nojoda. Eso duele. Y todavía me duele.

Al oírlo estaba consciente que a Lou le costó aceptar nuestras denuncias de lo que pasaba en Venezuela con todo y que  en los periódicos había aparecido que Carlos sufría de desorden postraumático y se suicidó porque no soportaba los recuerdos de la tortura. Aunque al final, por fin, debo admitirlo, por razones de honestidad intelectual, dejó de defender a la revolución bolivariana, por suerte. Pero Lou no quiso afrontar la realidad que descubrió de primera mano, esto es, que las autoridades bolivarianas son un engaño, unos corruptos, unos torturadores. Le pasaba de un oído al otro cuando le decía que los socialistas tienen que asimilar el tema de los controles del poder, propios de las democracias liberales. Toda esa realidad venezolana desubicaba a Lou de la izquierda del partido Labour, donde había que estar de acuerdo con Chávez o ser etiquetado de blairite, vendido, y demás. Todo esto pasaba por mi cabeza, mientras Carlos seguía con su cuento:

-Lou siempre fue muy solidaria conmigo en el plano personal. Me conmueve todo lo que hizo, y además creo que hizo más por mí de lo que yo hubiera hecho por ella –y yo lo dejé seguir su discurso que bien sabía por dónde venía- pero a mí nadie me quería creer en Inglaterra sobre lo que pasaba con el chavismo, pero a Lou la hubieran oído, al menos dentro de su círculo de amigos, amigos de amigos, algunos colegas y quizás más allá. Ella atribuía los abusos de Serra a un caso de un corrupto dentro del sistema, aunque estuviera vinculado a Diosdado, el hijoeputa. Para Lou siempre se trató de personalidades corruptas, a fallos del sistema, no a que el sistema fuera todo es un error. Una gran mentira. Una gran farsa. Un parapeto de los militares para montar una nueva oligarquía. La boliburguesía.

-Epa, epa, mira que yo no soy de la izquierda británica, se te olvida, yo sé muy bien quien es Diosdado y su banda.- le dije.

-Pero es que tú también me traicionaste! - me dijo.

-Yo? ¿Cómo?

-Para empezar, nunca te presentaste a los eventos que quería organizar en la universidad para explicar lo de Venezuela.

-Es que no vale la pena, lo sabes. Los ingleses siempre creen saber más que nosotros. Mira, con uno como yo ni siquiera discuten. Me oyen y después salen a dar dinero para hands-off Venezuela, el parapeto que montó la embajada con los locos del alcalde aquel que no sé como se llama. Lo hizo hasta gente que vino a tu funeral. No tienen remedio.

-Tú también me traicionaste un modo más profundo, y eso si es más grave.

-Otra vez? ¿Cómo?

-Pues que en mi funeral me prometiste que ibas a escribir una novela sobre Sofía, te acuerdas? Y las promesas a los suicidas hay que cumplirlas, eso es una infracción grave. Muy grave. Tan grave que aquí es un crimen, y el comité está de acuerdo.

Que susto. Se me había casi olvidado que estaba en el reino del más allá, que me había suicidado, que este era el inicio de la vida posterior y de pronto caigo en cuenta del lío en el que estoy. Un crimen en el más allá. Un crimen. Y además contra un pana.

-Coño, Carlos, disculpa, no quería traicionarte. Cuando lo prometí lo hice de corazón, pero las cosas se pusieron muy difíciles.

-Los escritores en dificultades consiguen temas de inspiración superiores, mejores que los escritores que no han vivido, que solo leen libros. - y le agregué

-Ya, eso es cierto, estoy seguro. Pero me botaron de todos los trabajos, -

Pero la novela, por qué la dejaste, no podías, me lo prometiste. Y tu promesa me la creí, y no te imaginas la ilusión que me dio.

Y yo lo interrumpí para seguir con lo que le quería decir, pero no me dejó.

-Fabrizio, tienes que entender que en este nuevo mundo de los que nos morimos, estamos todos pendientes, y lo que aprendemos es a ser pacientes. La paciencia es mi gran virtud. La paciencia. Y tienes que aprender tu también. La impaciencia te llevó al suicidio, y eso no se puede. Tu querías vivir, querías escribir, e ibas a encontrar los recursos, pero te suicidaste.

Y le quería decir que no había sido la impaciencia, pero la necesidad de vivir, mi imposibilidad de vivir, que quería vivir pero no podía, no podía seguir cortando uvas. No solo impaciencia.

-La paciencia, Fabrizio, aprende...

-Pero dejame decirte, Carlos...

-La paciencia, coño, escucha!!!...

-¡Que paciencia ni que nada, me estás gritando!- Y ya veía que el nuevo mundo se parecía al viejo. Fabrizio, escucha, que no vamos a dejar que te mueras.

-Ah no pana, lo que me faltaba! Todos los muertos se quedan muertos y ahora yo, justo yo, que bolas tienes tu, yo voy a ser el primer muerto que se devuelve, seguro que asusto a todos por allí, me van a confundir con un fantasma, que resucitando ni que nada.

Y el Carlos se reía.

-Si, pero si nadie lo sabe, entonces sí te podemos devolver.

-No pana, porfa, yo no aguanto más aquella vida, no me hagan eso, llévame a ese puto comité, que yo hablo con ellos. Quiero seguir muerto en aquella vida, y aquí seguro que empiezo algo nuevo, los puedo ayudar, haré un trabajo útil.

-Hasta después de muerto eres testarudo. Y eres el único muerto que quiere buscar trabajo. Ay, Fabrizio, que risa, pero no podemos aceptarte, lo siento.

-Que van a sentir ustedes nada.

-Sí lo sentimos y te vamos a ayudar con la novela.

Aja...y ahora las cosas empezaban a cambiar. Al fin y al cabo, a la nueva vida podría volver porque en el mundo no voy a ser el único que va a estar vivo para siempre, el colmo de la mala suerte para el
que se suicida. OK, me dije, y me dispuse a escuchar largamente los detalles de mi retorno a la vida normal.

-Los muertos que regresan no recuerdan nada –empezamos bien mal, pensé- pero contigo vamos a hacer una excepción porque de verdad tienes que seguir con la novela, estaba divertida. Te vas a devolver y vas a tener que buscar recursos –ahora sí que estamos mal, porque me la pasaba en eso y no conseguí nada- y los vas a conseguir –esto suena bien, con tal de que no sea en veinte años- y te vamos a dar unas pistas de donde están. Mira tu teléfono y tu computadora. Es todo.

-No, así no. Tienen que decirme de qué voy a vivir.

Y fue allí que me desperté. Efectivamente estaba en el mundo de los vivos, lo reconocí por su materialidad. Miré mi mesita de noche, y las medicinas con las que me metí la sobredosis estaban allí. Nojoda. Si me las vuelvo a tomar me las vuelven a poner allí, y no me muero nunca.

Me levanté de la cama, abrí la cortina y allí estaba, otra vez en Inglaterra, con el clima maravilloso de nubes y más nubes. Lluvia y más lluvia. Lástima que no pude ver el cinetrip de mi funeral, ni a mi abuela y a los amigos queridos. Me sentía que había perdido el tiempo mientras estaba muerto, si hubiese sabido cómo era, hubiese sabido qué hacer en mi corta estadía en el más allá.

Miré el teléfono, todas las aplicaciones, nada. Nada. Miré la computadora, nada. Miré mejor la computadora, y solo vi que la novela estaba borrada, porque la eliminé antes de suicidarme porque no quería que la publicaran antes de que la editara bien. Solo estaban los cuentos, y eso porque los tengo en línea.

La puta madre de todos los muertos que están en el comité! Bueno, qué carajo. Salí a buscar ayuda y reparar la laptop. Como había vendido el carro, iba en autobús y vi que tenía un mensaje. Era Arturo, mi amigo banquero. Había hecho negocios toda la vida, se hizo chavista y ganó una fortuna por sus conexiones con el gobierno bolivariano. Pero cayó en desgracia, fue a la cárcel por algunos delitos menores y la última vez que hablé con él se quejaba de los muchos millones que había perdido en la crisis.

Me mando un mensaje en el WhatsApp.

-Hola Fabrizio, estás allí. Estoy a punto de llegar a los 60 años, y no sé que hacer. En qué proyecto te meterías si estuvieras en mi situación.

Le respondí grabando un mensaje de voz. En español, por supuesto. Y mientras hablaba, una señora me miraba iracunda, y estaba su esposo con ella, también mirándome como si fuera un criminal.

Now we have won the elections, we will have Brexit. You have to speak English.

(Ya ganamos las elecciones, tendremos brexit. Tendrás que hablar inglés).

Y le respondí:

-Mientras mis impuestos paguen su pensión, hablo el idioma que me dé la gana.

Y la gente del autobús aplaudió. Una señal que no todo estaba perdido en este país.

Y en eso se apareció Carlos. 

-Carlos, que haces por aquí?

- Vine a decirte que nos equivocamos. Arturo no te va a ayudar. 

-Y quien me va a ayudar?

-Nadie.

-Y qué puedo hacer?

- No sé. Prueba a echar el cuento de lo dificil que es escribir la historia de Sofía.


venerdì 7 marzo 2014

¿Para donde vamos con las protestas?

La oposición venezolana tiene que entender una cosa: a este régimen hay que derrotarlo por paliza electoral, de lo contrario seguirá haciendo trampa. Y es que cualquier victoria que se logre ahora, si es que se logra alguna, tendrá que pasar, tarde o temprano, por la prueba de las elecciones nacionales, donde no parece que la oposición tenga una mayoría significativa.

Un poco de historia. La oposición ganó las últimas elecciones, por un margen muy pequeño. Pero la oposición no pudo hacer valer su mayoría debido al control férreo de las instituciones por parte gobierno. Y esto tenemos que metérnoslo en la cabeza: o es paliza o nos hacen trampa. Y hace trampa y seguirá haciéndola porque no cree en la democracia y va a usar todos los subterfugios posibles para asirse del poder.
 Así que, después de las elecciones,  Capriles se retiró a acumular fuerzas, por una parte agotando los recursos legales de la denuncia, y por otra parte consolidando los espacios de poder ya conquistados para poder avanzar en el afianzamiento de los liderazgos locales. La estrategia es la correcta para enfrentar esta dictadura de fachada democrática y electoral. A partir de allí, el problema principal ya no es el gobierno, sino la oposición.
Por una parte hay una oposición que quisiera una solución militar. El sector militarista de la oposición, que no tiene expresión en el liderazgo de la oposición,  no ofrece una solución y son solo un estorbo en la lucha política.  Ellos tienen que entender que los militares son, en este país de 1800 generales, la clase dominante del país, junto a la burocracia del gobierno. En consecuencia,  una solución militarista sería solo capaz de substituir la burocracia bolivariana por una burocracia  tecnocrática en el mejor de los casos. Ya para ganar apoyo popular, la tecnocracia militarista probablemente sería significativamente similar a la chavista. La ceguera anticomunista de sectores de la oposición militarista no les permite intuir esta realidad que nadie quiere. Muy pocos quieren substituir el madurismo por el pinochetismo.
Hay otro sector opositor, democrático incontinente, que quiere inmolarse en las calles hasta que cambie el régimen. La estrategia de la salida tiene un rol fundamental que la oposición moderada no suele reconocer: al mostrarle los dientes al gobierno, hace la represión difícil. Sí, hay represión contra los manifestantes, pero no hay la represión sistemática que existe en países como Cuba o anteriormente en el cono Sur,  donde el estado se mete en la casa de noche y te desaparece.  Pueden disparar, pueden encarcelar a algunos, pueden incluso montar un sistema de espionaje masivo, pero la gente en la calle desacredita la capacidad represiva del Estado, pierde el miedo, y por lo tanto es posible que la oposición se organice , exista y avance.
A pesar de las virtudes que tiene, el problema de esta forma de resistencia radical es que no se da cuenta de algo muy fundamental. La Venezuela urbana se divide en dos clases subjetivas: los que se autocalifican pueblo, y viven en barrios, y los que se autocalifan clase media, y viven en urbanizaciones.Y la resistencia cívica en las urbanizaciones no suma respaldo en los barrios, porque las banderas que levanta no provienen del barrio. Y los barrios son, y seguirán siendo, la mitad de la población. Por lo tanto sus avances no conducen a una batalla electoral victoriosa que consolide la victoria que se logre ahora. A menos que se logre consolidar la libertad de los presos políticos, que no es poco pedir, y es una precondición para que la lucha democrática continúe.
Y esta lucha democrática  tiene que nacer del barrio, desde donde se aspira a la modernidad. No se trata de llegar a los barrios, como dicen, sino de respaldar la emergencia del deseo de participar en una sociedad moderna, con acceso tanto a empleo, educación  y vivienda como  a bienes y servicios de calidad. 

lunedì 23 marzo 2009

El paquete de Chavez



Yo me había hecho el propósito de no usar este blog para hacer comentarios de la coyuntura política venezolana. Pero el reciente anuncio del paquete de medidas económicas del gobierno de Venezuela no son un simple problema de coyuntura. Creo que esta es la vez que se inicia la transición hacia la dictadura, ya que las condiciones económicas de la ingobernabilidad están dadas, y están en el tapete.

Chávez dice que la crisis del sistema capitalista no ha tocado a la revolución ni un pelo, pero las medidas económicas que nos anuncia no son precisamente las que se tomarían en una peluquería. Ayer anunció una receta revolucionaria donde queda claro que el hombre sabe en qué lío está metido. Lástima que no sepa cómo salir de él.

Se reformula el presupuesto asumiendo ingresos petroleros con una cesta petrolera a 40 USD por barril. Aquí radica el primer problema. Al momento de redactar esta nota, la cesta petrolera venezolana no parece respaldar el optimismo del gobierno. El gráfico de arriba refleja una serie histórica de los precios de la cesta petrolera de la OPEP. La fuente es el website de la OPEP. Como se ve, a partir del inicio de la crisis financiera el costo de la canasta petrolera se ha desplomado y sería muy ingenuo pensar que en una recesión económica los precios se recuperen.

Con respecto a la cesta de la OPEP hay que añadir que el petróleo venezolano es de baja calidad, son crudos extrapesados, con lo cual el valor de la cesta que vende Venezuela es mucho más baja. Ni siquiera los expertos son creíbles en estas cosas, pero digamos que la cesta venezolana se pone a 30$ por barril. En este caso los ingresos están sobreestimados en un 25%. Primer error.

Efectos del primer error son evidentes. El gobierno no tendrá un bolívar de cada cuatro de los que espera recibir del petróleo, casi nada. Si analizamos las expectativas de la ley de presupuesto del 2009 vemos que los ingresos petroleros estaban estimados en 77.907.252.190 mientras que los ingresos no petroleros del estado venezolano estaban estimados en 77.237.780.278. ( Fuente: OCEPRE http://www.ocepre.gov.ve/ ) Según esta fuente (que asumo actualizada pero no se puede saber porque el documento está en internet sin fecha) los ingresos petroleros representan poco más de la mitad de los ingresos del Estado. Así que la sobreestimación de los ingresos petroleros implicaría un déficit de un 12,5%.

La segunda medida del gobierno en materia presupuestaria es asumir que la producción petrolera estaría alrededor de los 3 millones 170 mil barriles diarios de petróleo. Aquí el pelón parece más macabro. En el reporte de la OPEP de Marzo 2009 (véase http://www.opec.org/home/Monthly%20Oil%20Market%20Reports/2009/pdf/MR032009.pdf ) se puede observar que la producción petrolera venezolana es de 2 millones 144 mil barriles diarios para febrero de 2009 y, a pesar del pajarobrabismo oficial, la cifra parece estable. Redondeando, este error de cálculo implica otro 30% de los ingresos petroleros, lo cual implicaría que en conjunto los ingresos fiscales totales serían deficitarios en un 27,5%.

A este descalabro financiero el gobierno piensa responder con una reducción del 6,7% del gasto público. Insuficiente porque 27,5–6,7=0 solo en finanzas revolucionarias, pero para comparle pollos y tomates a Brasil harán falta finanzas burguesas, aunque duela.

De todos modos, es muy curiosa la manera como el gobierno piensa reducir el gasto público en un 6,7%. La primera propuesta es una “estricta” ejecución del gasto. A uno le queda por preguntarse si antes el gasto se ejecutaba de un modo relajado y el gobierno ahora reconoce un estilo generalizado de malversación de fondos. Que nos digan ellos qué quieren decir. Mientras tanto le auguramos éxito, y sería reconfortante saber que la Contraloría toma nota frente a la noticia criminis.

La segunda propuesta para reducir el gasto es la eliminación del gasto suntuario. Esto sí que es realmente revolucionario. Tenemos que asumir entonces que ahora el gobierno por fin reconoce que a pesar del discurso revolucionario se daba sus gustazos suntuarios. Los entendemos: son pequeños gustazos revolucionarios porque durante la cuarta república estuvieron mamando, pero ahora se van a portar bien. Están arrepentiditos del nuevorriquismo. Bien, felicitaciones. Otra vez, les auguramos éxito, pero también nos gustaría saber que la contraloría actúe frente a la confesión del delito.

c.- Ajuste de la nómina de los “niveles superiores” del personal contratado en el gobierno. Una bajadita de suelto a los niveles superiores no nos viene mal a todos, ya que uno se pregunta si esos sueldos se corresponden a la productividad de los funcionarios.

Yo no tengo manera de sabe si estas tres medidas permiten bajar el presupuesto de gastos en un 6,7%, pero digamos que sí, dándole el beneficio de la duda. Queda saber de dónde va a sacar el gobierno el resto del dinero que necesita.

La medida más importante es subir el IVA del 9 al 12%. Esta propuesta es financieramente efectiva, sin duda. Pero el chavismo pegaría el grito en el cielo si fueran otros los que la toman. Porque el IVA es regresivo si lo cobra uno pero progresivo si lo cobra otro. Pero veamos las cifras.

En la Ley de presupuesto los ingresos provenientes del IVA son aproximadamente 35 mil millones de bolívares. ( OCEPRE http://www.ocepre.gov.ve/ ). Con el aumento del IVA tendrían 46.500 millones de bolívares. Es decir, 11.500 millones extra, esto es, un 7,4% de ingresos extras. Muy lejos de resolver el problema todavía.

Todavía queda más de un 13% de déficit. Para esto el gobierno se plantea centralizar las tesorerías corporativas públicas. Esto es, terminar de quebrar las empresas públicas que queden sanas. Como no son muchas, no será mucho, pero no tengo la información disponible.

La otra medida es estatizar el Banco de Venezuela. Eso implicaría un gasto así que no recorta el déficit fiscal sino que lo aumenta. Pero nuestro inefable presidente nombra la medida como parte de un paquete de ajuste para gastar menos. Es curioso. Es impredecible la cifra, pero se habla de $ 1200 millones, que para decirlo de modo gráfico, son 20 días de ingresos petroleros. Ese es un gastico que no está claro que el gobierno se pueda permitir en este momento...Otra solución, expropiar el banco, pero no parece aconsejable pelearse con los bancos cuando el gobierno va a tener que pedir prestado. Digamos que el gobierno se da cuenta que no anda la cosa para bravuconadas. Ya Chávez habrá notado lo dificil que es superar una crisis bancaria, no porque recuerde la de Caldera, sino porque ve a su colega Obama tratando de superar la crisis.

También el gobierno habla de que se priorizarán los proyectos gubernamentales. Priorizar significa que hay cosas que no se harán. No sabemos si esto forma parte del 6,75 de reducción del gasto del que se hablaba arriba o simplemente se cortan proyectos completos. Sería interesante saber cuáles. Ya sabemos que Chávez no le cortará dinero al ejército porque somos latinoamericanos y tenemos que tener a los gorilas contentos. El gasto militar ha ido aumentando estrepitosamente y no creo que se reduzca significativamente. Lo más probable es que se afecten programas de los gobiernos locales y se afecte al situado constitucional si es que todavía existe.

Otra posibilidad es que se deje de gastar en los programas populistas del gobierno, lo cual obviamente afectará significativamente su popularidad porque pondrá en evidencia que las políticas sociales de Chávez nunca fueron otra cosa que dádivas y no cambios estructurales. De cuánto se pueden cortar los proyectos gubernamentales no se sabe. Sería increíble que fueran proyectos educativos o de salud. Probablemente sean las misiones que se vienen abajo. El efecto político en cuanto a la credibilidad del gobierno en los sectores populares si hiciera algo así sería extraordinario. Me resulta difícil de creer que se hará algo de esto. Quizás por eso Chávez no mencionó cifras. Pero es posible que sea esto lo que se haga....

El otro anuncio del gobierno indica que se “orientará” el uso de las divisas, con lo que pareció decir que éstas se restringirán aún más. Esto merece una explicación. El gobierno vende menos divisas oficialmente y por eso “ahorra”. Cuánto menos, no lo han dicho. Probablemente no lo saben y apliquen la política del como vaya saliendo vamos viendo. Pero el problema sigue siendo que si el gobierno vende menos, eso no significa que hagan falta menos divisas. Porque los importadores necesitan traer insumos industriales, fertilizantes, alimentos, bebidas, etc. Y a acudirán al mercado negro donde las divisas serán, obviamente, mucho más caras. Por eso, aunque la retórica sea que no hay devaluación, la realidad será que en el mercado negro el valor del bolívar se ajustará al hecho de la reducción de las exportaciones petroleras y a la creciente necesidad de importar derivada del estrangulamiento de la economía productiva nacional. El efecto previsible será, con toda probabilidad, una escalada de precios, escasez y por supuesto, aún mayor descrédito para el gobierno. Por más que se culpen a los especuladores, no queda industria nacional a la que culpar. También me cuesta creer que esta sea una opción para el gobierno. Simplemente, no puede.

Lo que sí puede hacer para cubrir ese déficit es incrementar la deuda interna. Afuera el gobierno no va a conseguir ni un dólar, eso se sabe. Así que la deuda interna pasaría de 12.000 millones (con un incremento de 22 mil millones) a 34.000 mil millones. Esta sí parece ser una medida efectiva, ya que este nivel de endeudamiento parece cerrar aproximadamente un 14% del déficit. Las cifras cuadran incluso con la producción de petróleo al nivel real. Pero se puede endeudar? Y aquí surgen varias preguntas.

La primera es ética ¿puede un gobierno endeudarse para pagar gasto corriente? Obviamente puede solo a condición que la deuda implique un proyecto de crecimiento. Segunda, quién sería tan loco como para prestarle al gobierno tanto dinero como para cubrir un gasto que no va a generar ingresos, esto es, capacidad de pago? Obviamente, la banca, si chantajeada. Y quizás por eso a Chávez se le escapó la estatización del Banco de Venezuela. En efecto, posiblemente busquen mecanismos para que la banca compre bonos chimbos y obviamente las amenazas de estatización van en ese sentido…pero la banca no se va a arriesgar a quebrar para salvarse de la estatización. No tiene sentido.

La emisión enloquecida de dinero inorgánico cuando ya hay una predecible inflación de costos puede generar una inflación de carácter monetario que quién sabe si puede terminar en hiperinflación. Un poco de asesoría de los asesores de Mugabe, nuevo modelo económico, quizás sea ilustrativa.

Quizás la única esperanza del gobierno sea vender petróleo a futuro, negocio muy difícil en un momento de recesión cuando la tendencia del petróleo es a la baja. Se me ocurre que los únicos que podrían comprar petróleo a futuro serían los chinos, a condición de algunas ganancias estratégicas en materia de producción de energía y acceso a minerales. Pero tampoco queda claro que los chinos quieran hacer malos negocios para ganancias estratégicas de dudosa continuidad después de que Chávez desaparezca, que si no pierde las elecciones nunca, por lo menos algún día se morirá.

Así que es muy probable que el gobierno traicione su “sensibilidad” socialista y se encierre en su esencia militarista. El descontento probablemente se transforme en crítica y es muy probable que las principales víctimas sean la base socialista ingenua que tiene el gobierno en los sectores populares. Ya la representación proporcional de las minorías está enterrada. La autonomía del poder judicial está desbaratada con la constitución bolivariana, el poder militar por primera vez en mi vida ya no está subordinado al poder civil, la práctica de el acoso a periodistas es costumbre. El sicariato ya ni se niega. El odio está sembrado. Y los culpables son los opositores, que ahora serán más. Esto huele cada vez más a bota militar.