domenica 15 marzo 2009

Prohibir o permitir las drogas recreativas?


Uno de los temas más controvertidos hoy en día es el referido a la prohibición o despenalización de las drogas. Dado que algunos cambios se avecinan gracias a que el presidente de EEUU es demócrata, pronto el debate se va a poner caliente. Así que de una vez adelanto mi posición, y a riesgo de parecer cincuentón, quiero empezar con mi experiencia en el tema y con una confesión: cuando se trata de consumir drogas, confieso que soy un bastante cobarde. Simplemente me dan miedo. Hasta las medicinas más convencionales me asustan y, con la excepción de las aspirinas, siempre leo el papelito de los efectos secundarios…..

Con todo y eso he tenido mi experiencia con alucinógenos. Una vez me metí una trona con una sobredosis de jarabe para la tos que tenia codeína. La codeína del jarabe, mas la codeína del analgésico, mas el dolor de muelas, hizo que empezara a ver mostritos simpaticones en la ventana de mi cuarto. Brotaban del piso de la ventana, crecían y se reían. Eran horrorosos pero simpáticos y apenas le conté a Anabel, mi esposa, se puso tensa y algo gritaba. Su voz se convertía en ondas que chocaban contra las orejas de los mostritos y hacía que las orejas le crecieran. Uno de los mostritos se hartó y decidió recoger las ondas de sus gritos, y tirarlas contra el suelo.

Qué divino ver que alguien te reclama y tú echas las ondas sonoras al suelo. Anabel me dijo que llamaría a la ambulancia y no sé como la convencí de que estaba alucinando pero estaba bien, que me dejara tranquilo.

Han pasado por lo menos dos años y todavía tengo el jarabe en la cocina. Todavía tengo el analgésico. Y no me he metido ninguna nueva trona. Sería todo legal porque todas esas medicinas alucinógenas me las recetó el médico y yo lo que hice fue tomar de mas…y combinar lo que era para la tos, mas lo que era para el dolor de cabeza más lo que era para una fractura de mi hija... La pregunta que viene a cuento dado el tema del artículo es por qué no me las tomo? Y solo puedo responder que es porque sospecho que la trona puede ser diferente, porque se me puede ir la mano, porque quien sabe qué otros efectos tiene. La legalidad de mi trona no me incita a meterme otro viaje maravilloso en el mundo de los duendes lanza ondas.

Lo contrario también ocurre y es cierto. Y el hecho que las drogas recreativas estén prohibidas y severamente penalizadas no impide a millones de usarlas. En todo el mundo se consume cocaína, heroína y tantas otras. Es aventurado comparar el uso de drogas entre países con diverso background cultural para determinar si la permisividad o prohibición tienen un impacto significativo. Pero me temo que si en Holanda se consume más drogas que en Turquía, eso probablemente se deba a que el primer país es más liberal que el segundo, y no todo quedaría explicado por el marco normativo. Más sentido tiene comparar países similares. Noruega y Suecia son países culturalmente muy similares. Uno tiene las drogas prohibidas; el otro, permitidas. La cantidad de drogadictos no es significativamente diferente. En fin, no parece haber mucha evidencia de que prohibir las drogas sirva de mucho si se quiere disminuir su consumo.

La experiencia personal también resulta evocativa. Si me vuelvo a mi adolescencia pues consumí dos drogas. Muchísimos cigarrillos y algo de marihuana. Yo no siento que la poca marihuana fuera poca solo porque estaba prohibida. Simplemente le tenía miedo. Las pocas veces que la fumé (no más de 20 veces) fue en cantidades pequeñas y normalmente para complacer alguna amiguita de la que esperaba otro tipo de gratificaciones. Y por aquellas recompensa un adolescente se lo juega todo, no importa que tan prohibido esté.

De los cigarrillos sí creo que fueron muchos porque estaban permitidos. Pero eran muchos sobre todo porque formaban parte de una adolescencia transgresora y rebelde. Para entonces no había arrancado la campaña informativa e hipocondriogénica que ha convertido a los fumadores en parias de la vida pública. Los fumadores no eran un problema de salud pública y eran los rebeldes de la clase. Y poco poco, junto con todos mis amigos fumadores, fui dejando el vicio en la medida que avanzaba la concientización antinicotínica.

Hubiese sido mejor prohibir los cigarrillos? Quizás. Pero en este momento a lo mejor estaría todavía en la cárcel y quien sabe cuántos otros vicios habría adquirido allí. Por suerte las políticas públicas no consistieron en meternos a todos los fumadores presos, sino en mostrarnos hígados, riñones y pulmones podridos, hijos llorando los padres muertos, penes inservibles, bocas malolientes y cientos de artículos sobre la vinculación entre cáncer y cigarrillos.

No sé hasta qué punto eso funcionó, pero la cantidad de fumadores parece haber disminuido significativamente en estos últimos años, aunque la cifra parezca relativamente estable en sectores adolescentes. Pareciera que la permisividad hacia las drogas acompañada con una política mediática inteligente puede hacer mucho más que la histeria moralizadora de los santurrones que han impuesto su visión mojigata en este sector.

Es hora de cambiar esta política de penalización del consumo de drogas que lleva tanto tiempo fracasando. Si fracasa, hay que cambiarla…o no? Es increíble que las autoridades en la materia estén todas de acuerdo que hasta ahora en perdido la guerra contra las drogas. Al mismo tiempo que reconocen el fracaso, quieren seguir haciendo lo mismo. Más de lo que no sirve. Me pregunto si es correcto hacer una cosa que se ha demostrado que no sirve para nada? Por qué tanta gente está de acuerdo con seguir haciendo lo que todo el mundo acepta que no sirve?

La respuesta huele a incienso. Quizás porque la gente piensa que lo malo hay que prohibirlo y no se sienta a pensar que en este caso no. Que este es un problema de salud. Tener gripe es malo, luego está prohibido tener gripe.

La despenalización del consumo, producción y comercialización de las drogas tendría otras ventajas añadidas. Ante todo, despenalizar automáticamente destrozaría el negocio de las mafias que se han convertido en la fuente de violencia más importante de nuestras sociedades. Sólo nuestros malandros, la mafia y los talibanes se benefician del comercio y producción de drogas recreativas. Si se convirtieran en negocios permitidos, se podrían comprar en el kiosko de la esquina. Las redes mafiosas perderían su sentido, como pasó en EEUU después del prohibicionismo del alchool. Así que me pregunto, ¿Hasta cuando le vamos a permitir el negocio a los mafiosos?

En segundo lugar vale la pena hasta qué punto es legítimo permitirle al Estado que decida si podemos consumir drogas o no? Si me quiero matar es asunto mío, no del Estado. Podemos discutir hasta que punto mis decisiones afectan a otros y quien asume los costos de eso. Pero en este momento, los beneficios van a la mafia y los costos van al Estado. Y el Estado gasta este dinero mal porque no logra sacar problema del ámbito de la policía y tribunales donde no sirve para nada y no logra llevar el asunto al ámbito de la salud pública. Donde tiene que estar.

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