mercoledì 25 febbraio 2009

Sobre la definición de progresista


La primera vez que me topé con el concepto de progresista fue de niño, escuchando una discusión acalorada entre mi padre y mi tío, un simpatizante del entonces progresista Partido Comunista Italiano. Mi tío, cuando le pregunté, me dijo algo que no se me olvidó jamás. “Progresistas somos los que queremos que la riqueza del mundo se distribuya de modo que haya igualdad y reaccionarios son los que quieren que haya unos pocos ricos y un montón de pobres”.
Frente a esa definición no me quedó más remedio que sumarme al bando de mi tío. Era muy fácil…en un mundo tan simple. Supongo que millones de personas compartirían alguna variante de su definición, con más o menos matices.
Mucho tiempo después me tocó descubrir que poco más de un siglo antes no parecía que esta equivalencia entre progresismo e izquierda se entendieran de la misma manera. No al menos el mismísimo Marx, quien le dedicó una buena parte del Manifiesto Comunista a describir el socialismo reaccionario. La progresividad de los socialistas no venia dada por la idea de justicia, sino por la cientificidad del planteamiento. No por casualidad Marx calificaba de reaccionarios a los obreros que destruían las máquinas que le robaban los empleos: éstas, de alguna manera eran vistas como expresión de la ciencia y la idea de progreso. Quitaban empleos, sí, pero también eran el producto del ingenio en su utilización técnica del conocimiento para transformar la naturaleza, revertir el orden natural, transgredir lo dado, transformándolo.
En efecto, en el siglo XIX , era la ciencia la que daba el status de progresista a cualquier propuesta. Sin embargo, poco a poco, a lo largo del siglo XX, la idea del progreso fue perdiendo toda su capacidad evocadora de innovación y justicia. Los gendarmes latinoamericanos reprimieron en nombre del progreso. Rosas exterminó los indígenas, Perez Jimenez “mejoró” la raza en Venezuela y la democracia cedió paso al progreso. En el hemisferio norte el nazismo pretendía tener fundamentación científica, al igual que las tiranías totalitairas del bloque soviético y chino. Intelectualmente la idea del progreso perdió todo su prestigio (y el relato intelectual de su descrédito rebasa los límites de este escrito excusa para mi ignorancia, lo reconozco).
La sociedad postindustrial vino aparejada con la postmodernidad y ser progresista (o liberal, si en EEUU; o socialista en Europa) se convirtió en un acto de afirmación de la pertenencia a un grupo social de ciertos valores más o menos compartidos. Una cierta liberalidad en el campo sexual; secularidad en el terreno religioso; tolerancia hacia la diversidad, en el terreno cultural; en el campo social combate frontal hacia todas las formas de discriminación, y en las políticas públicas, desconfianza en el mercado como mecanismo autoregulatorio que permita la distribución justa de la riqueza. Poco a poco, el progreso tecnológico incesante, la ampliación de los espacios democráticos y el logro sustantivo de las principales banderas progresistas dejaron la noción vacía de contenido y completamente banalizada.
Frente al hecho de que los derechos más importantes han sido ya conquistados en occidente y de que la sociedad ha alcanzado unos niveles de prosperidad incomparables con las posibilidades del pasado, la política se convirtió más en la ostentación de símbolos que en la reflexión y asunción racional y humanista sobre los problemas presentes.
Marx quedó definitivamente enterrado con la caída del muro de Berlín. La izquierda creyó que la ciencia estaba en crisis y no se dio cuenta de la revolución de la biotecnolobiología, los nuevos materiales, la informática, la nanotecnología. Sin capacidad de dar cuenta de lo que pasa a su alrededor, la intelectualidad progresista quedó atrapada en un discurso escolástico y acartonado. Y en la calle, ser progresista en buena medida se ha convertido, al menos en Europa, en llevar franelitas con la imagen del Ché, beber café fair trade y la ostentación de ideas que indican identidad. La orfandad de ideas no da para más. Por eso vemos a Ramonet y Pilger defendiendo a Chávez y deciden pasar por alto los innumerables indicios de prácticas fascistoides, militaristas y autoritarias.
Quizás esta orfandad de ideas se deba a la carencia de movimientos sociales dispuestos a transformar de raíz la sociedad existente. Y si esto es así, la crisis económica presente podría ser el inicio de algo completamente distinto, si aparece quien sepa interpretar los tiempos. Uno de los efectos de la actual crisis parece ser que está quedando al desnudo que la increíble acumulación de riquezas de estos últimos años en manos de tan pocos no tiene ninguna justificación en la productividad de los ricos, sino solo una explicación en el inmenso poder que ostentan. En Inglaterra, primera sociedad postindustrial, los banqueros de los bancos fracasados reclaman bonos multimillonarios con la sola excusa que eso es lo que esperaban recibir. No eran ellos supermillonarios porque eran infinitamente más productivos que nosotros? Ahora resulta que tienen expectativas!
Cuando en 1999 las Naciones Unidas preparó su informe para justificar las metas del milenio, observaba el Programa de de desarrollo de las Naciones Unidas, PNUD, que en 1820 los países ricos eran 3 veces más ricos que los pobres. En 1913, 11 veces. En 1977, 44 veces. En 1992, 72 veces. Hoy sabemos que los ingresos de las personas con las 400 fortunas mayores del planeta equivalen al ingreso del 40% más pobre del planeta. Sólo una diferencia de productividad?
Mientras tanto un su base de datos sobre los precios de los alimentos a escala mundial, el Economist nos señala que por primera vez en la historia el precio de los alimentos sube en términos reales a escala planetaria. Y la misma revista indica que hay una inmensa clase media que el Economist estima en alrededor de mil millones de personas que se está viniendo abajo. No sabemos si con ella se cae la democracia o se redefine. Pero seguramente, tal como infiero del blog de Jaime D'Acosta, el significado de ser progresista se vuelva a llenar de contenido cuando el mundo parece que no seguirá creciendo más como lo estaba haciendo. Creciendo más para unos que para otros creando y creando ilusiones para todos.

venerdì 13 febbraio 2009

FITNA

La prensa británica anuncia hoy la prohibición de entrada del ultraderechista parlamentario holandés, Geert Wilders. Venía con la intención explícita de que lo echaran de la democracia parlamentaria más antigua del mundo, porque el parlamentario sabe muy bien el poder de propagación de las ideas que tiene la censura.
Yo no sabía quién era el Sr Wilders. Ni era muy probable que me enterara, si no fuera por las autoridades inmigratorias británicas. Hizo un documental sobre el islam, Fitna, y debido a que se considera que propaga el racismo y el odio racial, fue declarado una persona que amenaza la seguridad pública en el Reino Unido. Le prohibieron su entrada e inmediatamente fui a youtube a ver si conseguía ver el documental antes que desapareciera de la circulación. Nada más atrayente que la idea prohibida.
Un bodrio. Confunde las interpretaciones extremas del islam, con el islam mismo. Confundir el todo con las partes es una vieja argucia ideológica que ha sido utilizada una y otra vez para descalificar a los adversarios frente a las audiencias leales a la propia causa.
El documental apareja las barbaridades hechas en nombre del islam con los versos coránicos que la justifican. Otro truco. Volteando la moneda, la Biblia exalta a Abraham por estar dispuesto a degollar a su hijo. Hoy en día Abraham terminaría en una cárcel o bajo tratamiento psiquiátrico y estoy seguro que muy pocos creyentes lo toman al pié de la letra. Y ciertamente nadie acusa a los cristianos de incitar al infanticidio por no haber borrado la moraleja de la Biblia. Pero si Fitna hubiese sido sobre los cristianos, entonces mostraría escenas de niños maltratados y asesinados por sus padres seguidos por la cita bíblica referida a Abraham. Pero Fitna es sobre el islam y muestra escenas muy crudas sobre el terrorismo islámico. Cabezas cortadas, mujeres fusiladas niños maltratados, cadáveres apilados, gente muriendo. Luego muestra los versos del Corán que justifican estas acciones.
Por supuesto que existen interpretaciones fundamentalistas, fanáticas y extremistas del Islam. Y por supuesto que tienen alguna justificación en sus textos sagrados. Y lamentablemente estas posturas son muy populares y baste como ejemplo la simpatía que han logrado movimientos como el Hamas. Sin embargo, el islam es suficientemente amplio para admitir interpretaciones más humanistas y democráticas y la libre discusión de las ideas es el campo de cultivo donde los fanatismos quedan relegados e ignorados. Quizás el gran papel que va a jugar Europa es el florecimiento y expansión de un islam mucho más abierto.
Pero al suprimir el debate y las ideas, y sobre todo si estas son malas, estas últimas progresan underground. Estoy seguro que así como yo corrí a youtube muchos más lo hicieron. Y no lo hicieron por defender la libertad de expresión, sino para reafirmarse en su odio anti islámico. Otro favor más que le ha hecho la cultura del political correctness a la extrema derecha británica.