mercoledì 28 gennaio 2009

sexo recreacional


Antes de la píldora, sólo los gays podían disfrutar plenamente del sexo recreacional. Pero a ellos les tocaba padecer el escarnio y estigma de su condición homosexual. Para el resto, la sexualidad estaba irremediablemente ligada a la reproducción y en consecuencia se llenó de normas sociales que se legitimaron a través de prejuicios que terminaron convirtiéndose en tabúes. Para los hombres el disfrute del sexo puro implicaba una renuncia moral y para las mujeres, renuncia del juicio.
Según cierta interpretación de inspiración marxista, que al menos tiene la virtud de ser muy sugerente, el libre ejercicio de la sexualidad había que controlarlo para defender la propiedad, y en particular, las herencias. En fin, si el hombre sabe que los hijos son suyos, entonces se preserva el patrimonio dentro de la familia. Si la mujer anda rueda libre, ni dios sabe de quién son los hijos, y “cachicamo trabaja pa lapa”. No por casualidad las mujeres “de bien”, esto es, de alcurnia, tuvieron que pasar por la represión más férrea.
No sé si esa interpretación sea cierta, pero sí está claro que algunas sociedades africanas para asegurarse que la mujer no ande rueda libre, las castran de toda posibilidad de placer sexual: la ablación. Todavía hoy miles de niñas son sometidas a esa operación donde le cortan le clítoris con un cuchillo, sin anestesia. En mi experiencia trabajando con refugiadas he aprendido que el dolor por la carencia de clítoris persiste para siempre y en esas condiciones, obviamente, la mujer no puede disfrutar del sexo. La fidelidad está garantizada. Y el precio que se paga, la frigidez.
Otras sociedades han conseguido maneras más refinadas de castrar la sexualidad femenina. Etiquetando como locas y putas a las mujeres libertinas y como santas y puras a las casaderas, muchas sociedades se la arreglaron para patologizar el placer castrando las fantasías eróticas de las mujeres “bien educadas”. Con muchos adornos religiosos y teológicos, la educación de la mujer de bien la hizo infeliz, no solo para su desgracia, sino para la sus hombres. Al respecto obsérvese cualquier película porno. Y si bien es cierto que éstas tienen poquísimo que ver con el sexo real, también es cierto que si se venden es porque expresan fantasías y en éstas nunca se verá el hombre se acuesta con una mujer que se acuesta inmóvil como un saco de papas y espera “a que se la cojan”.
En el mundo occidental, esta sexualidad frígida calzó perfectamente bien, por supuesto, con la sociedad de castas y su sistema de jerarquías, porque le vino como anillo al dedo a los matrimonios arreglados. Se construyó una idea de virtud casta que desembocó no sólo en una doble moral sexual para los hombres sino en un doble estándar para las mujeres (la santa y la puta). Por supuesto que hubo mucha resistencia a la normativizacion de la sexualidad y baste para eso recordar a Romeo y Julieta, que con todo y su sobredosis de hormonas, los protagonistas no llegaron a consumar su amor imposible.
Pero el drama shakesperiano expresó e inspiró un ideal romántico de pareja, más allá de los dictámenes de las propias familias y sistemas de convenciones. Abrió nuevos sueños, sueños soñados despiertos, sobre todo por las mujeres. No sé si se pueda saber si esta revolución de las expectativas llegó a la cama, pero ciertamente preparó el terreno para que otros cambios tecnológicos y sociales modificaran para siempre la sexualidad en occidente. Se me ocurre que no fue sino con la divulgación del psicoanálisis a principios de siglo y, sobre todo, con la aparición de la píldora en los 50 cuando la mujer pudo disfrutar plenamente del sexo como recreación, separado de la procreación.
La mujer se convirtió en un sujeto sexual demandante, y ya no estaba allí solo para complacer el hombre. Ella se apropió de sus necesidades y no está dispuesta a estar con un hombre que no las satisfaga. La pareja se convirtió en el único espacio donde el otro es legítimamente utilizado por el sujeto. El otro deja de ser legítimamente un fin en sí mismo y a legitimidad de la objetivización descansa en la reciprocidad de la relación. El placer pasa a ser el principio rector y la sexualidad se separa de la afectividad, no solo de la procreación.
Sin embargo la sexualidad no logra separarse por completo de la afectividad. La inmensa mayoría de las relaciones de pareja terminan o bien porque una crisis en la afectividad se convierte en cuernos, o los cuernos descalabran la confianza y afectividad. Yo no termino de entender si esta falta de separación entre afectividad y sexualidad se deba a la persistencia de patrones culturales añejos o que, al fin y al cabo, la progesterona, testosterona, adrenalina y oxitocina se producen independientemente, pero si se mezclan, se refuerzan unas con otras y engendran el cocktel más poderoso que nuestro cuerpo crea de manera natural. Bien nos lo recuerda García Marquez en su última novela…o todos los amantes del mundo porque todos, estoy seguro, han dicho estoy loco por ti.
Pero parece que el cuerpo no puede con tanta hormona, y deja de producirlas en la medida que las relaciones se consolidan. Es algo así como que estamos programados para garantizar la reproducción, y para eso nos somete al cocktel hormonal del enamoramiento. Pero como este estado de insania no se puede mantener por razones que todos entendemos, entonces el cuerpo se deshormoniza y recuperamos el juicio.
La única manera de perder el juicio otra vez, que es la única cosa inteligente, es empezar el ciclo otra vez.
Algunas parejas intentan recuperar la emoción de la novedad sin herirse e intentan cosas como un pacto de intercambio de parejas, sexo en grupo y cosas así. Me gustaría que esa fuera una posibilidad pero dudo que se recupere el ímpetu inicial. Me creo que conservan la amistad y reviven la aventura.
Otros optan por ignorarse las aventurillas y pierden el encanto de la interdependencia y confianza recíproca. Una alternativa pragmática, pero que sacrifica la posibilidad de vivir plenamente.
Para escapar de estas soluciones a medias, otros se dedican al picaflorismo y renuncian por completo a la idea de la pareja. La soltería militante. Me gustaría que esta fuera una opción. Me gusta por la independencia que significa y por las posibilidades que abre de desarrollo intelectual y compromiso fuera de la relación primaria de la pareja. Es el sueño de los recién divorciados, los treintañeros sin pareja. Sueñan con las relaciones abiertas, pero el roce crea cariño y se produce interdependencia. No le podemos decir al hígado, o al órgano que sea: “porfa produce tetosterona pero no oxiticina” (la hormona del cariño). Y así la independencia se va a la porra y no queda otra que volver a empezar el ciclo y sufrir todos los males del desamor.
Los que logran mantenerse dentro de la soltería militante, tienen que pagar un precio muy alto en términos de soledad. En su sexualidad no sé como eso se traduce, pero recuerdo una amiga que me contó que su amante no la besaba. Se me ocurre que mis abuelas ni pensaron en muchos besos y posiciones prohibidas y mi querida amiga no tiene quien le dé un besito. Seguramente, si tiene el Kamasutra o alguna versión del nuevo Kamasutra, está tan lleno de telarañas como el mío. Pero igual añora un simple besito.
Pero que mi amiga liberada no tenga quien le dé un besito no es una reivindicación de la pareja tradicional. Cuántas de estas relaciones tradicionales no terminan por un affaire en el internet donde seguramente los transgresores fueron a buscar comunicación entre almas y no el simple roce de la piel…?

lunedì 19 gennaio 2009

La cuestion Palestina


Recibí tu email en el cual, con cierta alarma y algo de humor, me preguntas por qué no firmé por Palestina. Así que ante todo, un par de comentarios obvios.

Lo primero, y conociéndome es obvio: por supuesto que quisiera ver que los Palestinos tienen un territorio en Palestina del cual son soberanos, y no están sometidos a esa situación absurda donde están privados de los servicios básicos de la modernidad. Una Palestina de los palestinos.

Lo segundo, e igualmente obvio, por supuesto que me gustaría saber que el ataque sobre Gaza termina lo más pronto posible. Cualquier persona sensible tiene que horrorizarse al ver los niños mutilados, las casas destrozadas. Y no soy de esos que se horrorizan solo cuando mujeres y niños mueren: no veo nada aceptable que los hombres los acribillen: para mi toda vida resulta sagrada, no solo las mujeres y niños y ancianos y genios y minusválidos y periodistas y médicos. Simplemente, todos.

Dejando lo obvio, empecemos con los matices. Que haya una parte del medio oriente para los palestinos (sin judíos) es un arreglo político necesario, pero lamentable. Y es lamentable que en nombre de Alá o Jeohová unos y otros se autoproclamen los legítimos dueños de una tierra y no sean capaces de aceptar a los otros. Preferiría ver un Estado secular, por encima de los fanatismos, que permitiera la existencia de unos y otros, garantizando el gobierno a la mayoría, y sobre todo, respetando los derechos de las minorías. Porque la democracia moderna no consiste en oprimir en nombre de la mayoría sino en respetar unos principios básicos de gobernabilidad, que incluyen las elecciones generales y el respeto a los derechos individuales.

Por cierto que hay en el medio oriente quienes creen en la solución secular. Hay palestinos árabes que creen en eso. Y hay judíos que creen en eso. En cada lado son una minoría, pero merecen nuestro apoyo. Y merecen, sobre todo, que los intelectuales responsables de occidente los busquen y los encuentren. Y los apoyen.Pero no prevalece la tolerancia en la región y lo sabemos. El estado de Israel, según algunos judíos, ha traicionado el ideario socialista y tolerante del sionismo original. Se ha convertido, en buena parte debido a la presión de los vecinos que los atacaron, en una potencia imperial subregional y ha acorralado a los palestinos en una especie de apartheid reeditado y empeorado. Y en la medida que ha disparado y bombardeado a la población civil, ha sido un estado terrorista. Insisto, en esa medida.

Los palestinos, por su parte, se han ido radicalizando, en parte como resultado del acorralamiento israelí, y en parte por el fortalecimiento de las interpretaciones extremistas del islam, el cual, desafortunadamente, no ha sufrido el proceso de secularización y liberalización al que ha sido sometido el cristianismo en los últimos siglos en occidente. La expresión más lamentable de esta radicalización ha sido la victoria del movimiento Hamas.El movimiento Hamas es peor que cualquier extremismo cristiano del que hayamos sido testigos en nuestras vidas. No es tolerante. Practica la intolerancia. Y se plantea explícitamente que cada judío en el mundo es un blanco legítimo que debe ser asesinado. Fundamentalismo puro y duro con el exterminio como propuesta ideológica, como principio. Y si no matan al primer judío que consiguen en Nueva York es solo porque no pueden, no porque no quieren.

Por eso me cuido mucho de firmar la primera cosa que me llega en apoyo del pueblo palestino. Porque apoyo al pueblo palestino. Pero no al Hamas. Y no hay que buscarle excusas al Hamas.Es verdad que son en parte el producto de la presión del estado de Israel y que el hacinamiento y discriminación en Gaza y en Cisjordania son un caldo de cultivo para el terrorismo. Pero es igualmente cierto que la acción del Estado de Israel es producto de la presión del fundamentalismo árabe. La mierda de un lado refuerza la mierda del otro y el ejercicio de buscar quién lanzó la primera piedra es tan inútil como innecesario.

Sin embargo, ya que me escribes con la presunción que la razón está del lado palestino, déjame preguntarte: debería Israel aceptar que le lancen cohetes constantemente sobre su población civil? Supón que un grupo civil de Colombia lanzara misiles sobre Venezuela constantemente, por años. Cuanto tiempo tardaríamos en Venezuela en desarrollar un anticolombianismo tan severo que respaldara el terrorismo de estado hacia los ciudadanos de Colombia?

Respóndete eso a ti misma y no me devuelvas con que también los palestinos son víctimas. Lo son. La recíproca victimización es una explicación del fenómeno, pero no una justificación. O es que un tipo te viola y eso está bien porque el tipo fue una víctima cuando era un niñito? Muchas víctimas no se convierten en victimarios y por eso todos admiramos a Mandela o a Ghandi, las grandes ejemplos esperanzadores de la humanidad.La situación está muy complicada ahora. Mientras Hamas este en el poder en Palestina no hay negociación posible por parte de Israel. Seguramente decretarán un alto al fuego muy pronto, unilateral, de parte de Israel. Y Hamas probablemente deje de lanzar cohetes. Pero la tensión seguirá. Hamas cree en el terrorismo y los mártires se van al cielo a tirarse las virgencitas que dios les tiene a su servicio. Ya verás que después del cese al fuego, vendrá el Hamas a decir que no parará hasta que Israel desaparezca.

Y a donde se va Israel, al polo norte que se derrite?

Por supuesto la única solución es un estado judío de un lado y uno árabe del otro. Más territorio árabe del que Israel quiere ceder y más seguridad para el estado de Israel de la que los vecinos le quieren garantizar. Israel, eso sí, tiene que ganarse la batalla de los medios que es donde está perdiendo. Para ganar, tiene que cambiar el estilo, haciéndolo más sofisticado, con operaciones militares de precisión quirúrgica y, sobre todo, asumiendo valores liberales. (Casi me siento tentado a escribir, echando la toráh a la papelera)

Y los Palestinos, que ya se han ganado la simpatía de muchos en occidente, ahora tienen que ganarse el respeto del occidente abriendo una línea de luchas civiles más inspiradas en Ghandi, Luther King y Mandela que en los mártires islámicos. Los palestinos deben ganarse, sobre todo, el respeto de los israelíes democráticos y pacifistas.

Mientras tanto yo no me sumo a la propaganda del estado de Israel, ni a la antijudía que está circulando por todas partes. Ahora bien, en este momento en el cual los palestinos aparecen como las víctimas del ataque en Gaza, la propaganda antijudía no puede sino prosperar. Y no pienso sumarme a los que insultan a los judíos o ven conspiraciones judeomasonicas por todas partes.

mercoledì 23 luglio 2008

El respeto a la opinión

En 46 años de existencia he descubierto cuál es la manera más efectiva de terminar una discusión. Al menos la que más me frustra. Basta con que tu interlocutor te diga: “esa es tu opinión, yo pienso diferente”.
Cuando alguien me dice eso, inmediatamente pienso que el que tengo enfrente es irremediablemente tonto. Orgulloso de su testarudez y falta de argumentos. En lugar de conseguir los puntos débiles de mi argumento, de reducirlos al absurdo, de mostrar su ilogicidad o su irrelevancia empírica, el interlocutor se enconcha en un mundo subjetivo inaccesible. “Esa es mi opinión”, te dice. Y tiene derecho a su opinión, quien lo niega.
La última vez que alguien me calló con semejante argumento estaba en un tren Británico. Había una noticia sobre Chávez y mi amiga se regocijaba en su constatación de que Chávez es un presidente popular en mi país. Le encantaba que fuera popular, porque es bueno. Y, según ella, el hombre es bueno porque está en contra de su archienemigo, George Bush. No hubo argumento ni cuento que yo le echara que hiciera bambolear su idea. En su opinión, Chávez es popular porque es indio, y a mí no me gusta porque soy blanco. Así mismo. Ella se leyó algo sobre la discriminación de los indígenas en Latinoamérica y la narrativa de la confrontación étnica la convenció y la aplicó a Venezuela. Cuando traté de explicarle un poco más allá y quise decirle sobre nuestro mestizaje, me cortó en seco: “es tu opinión”.
La estupidez está distribuida en el mundo sin distinción de sexo, raza, credo y afiliación política. Ella pudo tener la afiliación política opuesta y ante cualquier argumento que la contrariara hubiera respondido con lo mismo.
Trato de entender si hay algo de valioso en su perspectiva. Si pensamos en los fundamentalismos que todavía están gobernando tantas partes del planeta donde la adscripción a ciertas ideas se paga con la vida, la idea de respetar las opiniones no puede parecer otra cosa sino progresista. Yo, ateo, anarquista, irreverente, blasfemo no sobreviviría ni una semana en un mundo se santurrones pues ellos no solo monopolizan la verdad, sino que les encanta mandar al infierno, literalmente, a los que no concuerden con ellos. Quizás el mundo no me eche mucho de menos a mi…pero conmigo también se vienen, al infierno, muchos creativos e inventores.
Puede eso permitir que uno se acobije en una idea, simplemente porque es nuestra idea. ¿Hubiera progresado la ciencia si los científicos y pensadores, en vez de refutarse unos a otros y cambiado las teorías, simplemente cada uno hubiese dicho su opinión y nadie se preocupara por demostrar su falsedad? ¿Cómo es posible que haga falta respetar las ideas ajenas y al mismo tiempo haga falta refutarlas y demostrarlas falsas para poder progresar? ¿Cómo negar la inefable superficialidad de declarar que una afirmación es válida solo porque es nuestra opinión? Para intentar una respuesta hay que resaltar que allí hay una confusión muy importante. Una cosa es respetar el derecho de opinión, independientemente de lo que se diga, y otra es respetar la opinión como tal. Una cosa es respetar la búsqueda de la verdad, y otra pretender tenerla, y otra pretender que no existe y que no vale la pena buscarla.
El derecho a opinar es y debe ser protegido porque es un respeto a la persona. El respeto a la opinión no es más que soez. Las opiniones simplemente cambian cada vez que nos damos cuenta que estamos errados, cuando constatamos que la realidad es más compleja de lo que esperábamos, o cuando descubrimos que percibimos la realidad de un modo que ahora nos parece erróneo. Yo no soy mi opinión. Yo soy el que soy y opino algo sobre algo. Al menos así es un libre pensador. El libre pensador no pide respeto por sus opiniones, sino por su derecho a opinar lo que le dé la gana.
Los santurrones y fanáticos no. Ellos son lo que piensan. Su identidad se define en sus ideas y creencias, y por ende no las pueden cambiar. Su lógica es, “soy cristiano (o musulman, o ateo, o comunista o anticomunista) y por lo tanto creo en esto y aquello”. El peligro de su perspectiva es que la batalla de las ideas, que solo ocurre en los libros, se transforma en una guerra de personas o en tiranía. Si se hacen del poder y si no pensamos como ellos terminamos encarcelados o asesinados. Cuando los fanáticos son una minoría en una sociedad abierta, piden que se respeten sus opiniones y claman a los cuatro vientos que se restrinja la libertad de opinión al respeto de la suya. Nadie puede dibujar la cara de su profeta.
Los santurrones cierran filas con la cultura chata, nueva versión del consumismo desenfrenado. Una de las características de la emergente cultura chata es la falta de compromiso. Si me molestas te bloqueo en el Messenger y desapareces de mi mundo comunicacional. O desactivo el canal de noticias del mando a control remoto. No necesito plantearme nada, ni discutir, ni comprometerme con lo correcto, verdadero o valioso. No me gusta, cambio de canal, de chip, de programa. Risas van y vienen. Y preservo mi opinión y mi identidad se funde con mis ideas. No puedo cambiarlas.
Ahora que me he animado a escribir un blog pensé que iba a empezar cuestionando la idea del respeto a mis propias opiniones. Intentaré mantener activo este blog y publicar con cierta frecuencia. En fin, que son un montón de opiniones sobre la vida, el sexo, la igualdad, la amistad, la existencia de dios, la democracia. No pido respeto para mis ideas. Escribo aquí e invito a todos los que lean este blog a que me digan en que estoy pelao. Yo cambiaré de opinión, seguramente, cuando lea los comentarios.
Y a mí lo que me sorprende es que te hayas leído esto hasta aquí.

domenica 15 giugno 2008

La locura del facebook

Por Fabrizio Macor

Cuando mi vecina de escritorio en la oficina que, además de gran amiga, es 20 años más joven, me dijo que me metiera en el Facebook, yo solo me lo tomé como una niñería a la que ciertamente no iba a sucumbir. Sobre todo cuando me dijo: así nos comunicamos por aquí. Por qué he de comunicarme por el Facebook con alguien que tengo al lado?
Veía de lejos los chats e emails de mi hija llenos de ositos, solecitos sonrientes o tristes y me preguntaba si sería posible que yo fuera a terminar en algo como eso, por muy crisis de media edad que me ponga. Y ciertamente, eso no creo que lo haga. Otra amiga de infancia, me llamó desde Venezuela y me preguntó por qué no estaba allí en el Facebook. Me resultaba insólito pensar en mi excompañera de la izquierda universitaria y muchos años después ejecutiva, escribiendo chorradas en su paginita de trivialidades. La curiosidad fue mucha y en un acto que percibí de debilidad mental, me di de alta en el facebook.
La experiencia fue fascinante y es tan intensa como un trance. Y lo es. Como fenómeno colectivo es ciertamente expresión de la soledad de la sociedad moderna. En un contexto donde las identidades se redefinen al cambiar los contextos laborales y profesionales, la gente pierde el contacto con los amigos y queridos, permitiendo una renovación de la identidad y de la red de relaciones sociales que nos acompañan. Nadie en mi trabajo me conoce de antes, nadie sabe de mí, ni sé de ellos. Solo sabemos de nuestras nuevas relaciones personales lo que nos contamos. Y así nos construimos un relato de nosotros mismos que nos explica como seres únicos. En pocas palabras, “cada quien tiene su cuento” de quién es y de cómo llegó hasta aquí. Y nos identificamos con ese cuento.
Y así, en el relato que nos hacemos de nuestra vida, los personajes de nuestro pasado se convierten en leyendas personales subjetivas. Nadie las puede contrariar. Solo yo sé lo que viví y solo yo puedo contarlo. Yo me lo creo. Olvido o censuro lo que no es relevante, o desagradable o inconveniente. Y así uno se redefine con un cuento de sí mismo.
Y es aquí la primera gran sacudida del Facebook. Nuestros amigos y no tan amigos del pasado aparecen y nos corrigen el cuento. Simplemente nos dicen: “no eso no fue así”. Y así 30 años después descubres que el amor no correspondido de nuestra infancia si fue correspondido, el caribeador (el bully, en venezolano) de la escuela aparece contándonos cómo nos tenía terror cambiándonos la imagen de nuestra infancia, y la experiencia sigue y reinterpretamos la adolescencia y otros momentos subjetivamente importantes de nuestra vida.. Y el redescubrimiento sigue y sigue. Y nuestro propio relato queda desmitificado y aparecen otros que nos cuentan quiénes somos y así nos volvemos a contar la historia y nos entendemos mejor. Esto ocurre mientras las ex aparecen y se hacen amigas entre sí, por solo mencionar algunas de las cosas imprevistas y a veces terroríficas que a uno le toca ver en su propio perfil. Qué sustos!
No por casualidad el que entra en el Facebook entra en un trance y se distancia de su realidad presente, reencontrándose y redescubriéndose, y ese puede ser un placer existencial con sabores y sinsabores. Todo ocurre mientras algunos juegan con las aplicaciones del sitio y otros, un poco más ocupados, queremos convertir al Facebook en el sustituto de la vieja libreta de direcciones. Pero esta libreta es sin duda más divertida. Es una libreta mágica donde aparecen los que quieren, de pronto. También aparecen otros que no quisimos nunca. Nos llaman y dicen que quieren ser nuestros amigos. El pasado de pronto se convierte en el presente con personas presentes y nos proyecta hacia el futuro de un modo insospechado. La vieja amiga nos invita a comer un carpacho, y no sabemos por donde nos llevará ese reencuentro. Quizás sea disfrutar la carne, el queso, la pimienta y el aceite. Quizás sea más.
Dada la necesidad de reencontrarse o de abrirse a nuevas oportunidades de comunicación y entretenimiento, la suscripción al Facebook no puede sino crecer. Muchos verán oportunidades comerciales gigantescas. A otros no se les escapará la posibilidad de difundir y debatir sus ideas a través de este medio, ligando el Facebook con los blogs. Ejemplo de esto eres tú que te estás leyendo este montón de pendejadas que escribí para mis amigos a la semana de suscribirme al Facebook. Una maravilla, verdad?